Juanjo Escribano Lasa (Bergara, Gipuzkoa. 1954 – 2016) fue un Árbitro Internacional que, si bien en los últimos años era conocido en el mundo del ajedrez por su faceta arbitral y, quizá sobre todo, por el programa informático que había desarrollado para llevar la parte administrativa y técnica de cualquier competición que fuese a arbitrar, en realidad tuvo contacto con el ajedrez desde su adolescencia, cuando, tras haber aprendido el movimiento de las piezas y los conceptos más básicos de la mano del empleado de Correos en Bergara, Gaspar Trompeta, a quien el padre de Juanjo le había pedido que enseñara matemáticas a sus hijos varones mayores durante las vacaciones, comenzó a frecuentar la sede del Grupo Ajedrecista Bergarés, y también, en períodos vacacionales y ya con su familia afincada en Vitoria, hacía incursiones en un local de ajedrez de la capital alavesa, situado justo encima de una juguetería que había en la calle General Alava, cerca del parque de la Florida, lugar en el que coincidía con coetáneos como Eleazar Ortiz, Francisco Javier Ochoa de Echagüen, Álvaro Albaina o Juanito Oyarzabal, el ahora conocido himalayista y que entonces era también aficionado al noble juego.
Quiere expresarse con lo dicho que sus primeros contactos con el mundo del ajedrez fueron, al estilo de lo que sucede en la gran mayoría de los casos, como jugador de club, en sus inicios formando parte del Grupo Ajedrecista Bergarés; posteriormente, al poco de aprobar las oposiciones para trabajar en la Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa, donde transcurrió prácticamente la totalidad de su vida laboral, formó parte del primer equipo del club que fundó y organizó junto a otros compañeros en dicha entidad; y finalmente, tras formarse un nuevo club cuyos socios fundadores eran cuatro empleados de la citada Caja incluido él mismo, el Gros Xake Taldea, entró a formar parte de éste ya que coincidió prácticamente con la desaparición del club de la Caja. Aunque, ya por aquel entonces, en su actividad ajedrecística predominaba la de árbitro, siguió siendo jugador de club en este último citado de G.X.T.
En realidad, fue en la etapa del club de la Caja cuando comenzó a ejercer como árbitro. A alguno de los miembros de la directiva del club, en vista de que prácticamente sólo estaba el Open Internacional anual que se celebraba en Donostia como única actividad de interés en la comarca, se le ocurrió que el club bien podría organizar un torneo también en la modalidad “open” pero que se acomodara al ámbito provincial, modesto por tanto en cuanto al apartado económico pero ambicioso desde el punto de vista de organización y participación; en lo que respecta a la financiación del mismo, naturalmente, se trataba de plantearlo a la propia Caja de Ahorros. Ante esa idea, que se presuponía abordar desde el punto de vista organizativo y técnico con otro empleado que era ya árbitro titulado, éste propuso a Juanjo que le ayudara en ambas facetas, con la clara intención de que también él fuera entrando en el mundo del arbitraje. Hablamos de la segunda mitad de la década de los 80 y, dado que la entidad dio el plácet a la propuesta del club de patrocinio del nuevo torneo, ése fue el bautismo de Juanjo como árbitro: inicialmente fueron las tres ediciones que se celebraron de aquel Open Provincial, que enseguida se vieron acompañadas por ediciones del Internacional de San Sebastián, luego vendrían el Open de Andorra, la segunda edición del macro-suizo de Oviedo, y tantos y tan variados torneos y campeonatos que afrontaría después. El caso es que Juanjo obtuvo en 1992 el título de árbitro Nacional de la FEDA y siete años más tarde le otorgaban el Internacional de la FIDE.
Siguiendo con el repaso de su vida, conviene quizá reseñar que su formación académica contempla la licenciatura en Ciencias Físicas y tres cursos de la carrera de Informática, que en aquellos tiempos estaba planteada también como licenciatura y no como la ingeniería superior a la que ha pasado en los últimos años; en cualquier caso, él decidió no ir a por esa segunda licenciatura tras los citados tres cursos. También es reseñable que, aunque al aprobar la oposición para trabajar en la Caja suponía que desarrollaría su labor en la misma como administrativo, apenas transcurrieron dos años con Juanjo en una sucursal y desarrollando tal trabajo, ya que la Caja organizó unas pruebas de promoción interna para la provisión de cuatro plazas de Programador de Aplicaciones, exámenes a los que Juanjo no tuvo la menor duda en presentarse, logrando la puntuación final más alta de todos los candidatos; es decir que Juanjo desarrolló casi toda su vida laboral en el ámbito de la informática.
Viene esto último a cuento porque, en su desempeño como árbitro y dado que la mayoría de los torneos que arbitró en sus inicios eran por sistema suizo, enseguida decidió desarrollar programas informáticos que le ayudaran en las cuestiones organizativas, administrativas y técnicas de los citados torneos, de manera que documentos del tipo de hojas de emparejamientos, de resultados, o bien la clasificación tras cada ronda disputada, enseguida comenzaron a imprimirse por los citados programas. Por otra parte, y a través de aquella herramienta que estaba desarrollando, comenzó a controlar cuestiones que fácilmente podrían causar errores groseros en los emparejamientos, tales como la repetición de algún emparejamiento, desfases desmesurados bien en la puntuación de los jugadores emparejados como en la asignación de color, etc.
Estaba en ese estadio su programa cuando fue invitado a formar parte del equipo arbitral en un torneo por sistema suizo, organizado por el genial maestro internacional e historiador Ricardo Calvo, en el que se dieron cita la mayoría de los jugadores que componían la élite mundial. El torneo se disputó en la modalidad de ajedrez activo y el árbitro principal fue Geurt Gijssen, en aquella época el indiscutible número uno mundial de los árbitros para la FIDE. Eran tiempos en los que los suizos se llevaban de forma manual, y era sabido que particularmente a Gijssen las ayudas informáticas le daban cierto repelús; sin embargo, Juanjo se llevó su programa y pidió a Ricardo que la organización le facilitase un ordenador durante el torneo. Habían transcurrido tan solo unas pocas rondas cuando Juanjo, que llevaba alimentando su programa de forma paralela con Gijssen, de manera que tanto los resultados de cada ronda como los emparejamientos para la siguiente salían ya imprimidos por el programa, al introducir los emparejamientos de la ronda que iba a disputarse en pocos minutos, vio que su programa detectaba un emparejamiento ya realizado en una ronda anterior; rápidamente fue a comunicárselo a Gijssen, y éste, tras el desconcierto y malestar inicial, modificó los emparejamientos, esperó a que Juanjo volviera a introducirlos y le diera el OK, y así se publicó para que se pudiera disputar apenas con un mínimo retraso la ronda en cuestión. Aquello supuso un antes y un después en el sistema suizo, no sólo en lo concerniente a aquel torneo en concreto, sino por lo que vendría unos meses después; en cuanto al torneo en cuestión, en adelante el bueno de Gijssen se cuidó muy mucho de llevar los emparejamientos a Juanjo según los confeccionaba, a fin de que éste les diera el visto bueno, y es el caso que el programa de Juanjo detectó en varias de las rondas siguientes algunas irregularidades, en su mayoría bien aceptadas por Gijssen, por lo que, aun en una fase tan temprana de su desarrollo, ya dio que hablar por aquel entonces… Conviene añadir que Gijssen mostró su gratitud hacia Juanjo y su programa, que así se lo hizo saber a él y que le obsequió con varios regalos.
Lo que indicó al bueno de Juanjo que estaba en el camino correcto, fue algo que sucedió, como ha quedado dicho, a los meses de haber coincidido con Gijssen en aquel torneo. La FIDE publicó su nueva redacción de las reglas del sistema suizo, y allí se vio claramente el cambio de rumbo, ya que el texto parecía más una serie de instrucciones para el desarrollo de un programa informático (¡como que sólo les faltó añadirle un par de organigramas!) que una enumeración de reglas, como había sido siempre hasta entonces. De alguna manera, y aunque no inmediatamente porque el proceso de asimilación del nuevo sistema fue largo y más bien penoso, aquello supuso el pistoletazo de salida para que Juanjo, poco a poco, fuera desarrollando lo que terminó siendo su “Bikoteak”, el programa que resolvía los emparejamientos de un torneo por sistema suizo (sí, pero también de uno que fuera Round Robin o de cualquier otro tipo), imprimía las fichas de emparejamiento de cada jugador (una eficiente herramienta para el árbitro en caso de necesidad) y emitía todo tipo de documentos (lo mismo elementos necesarios para la organización, tales como los nombres de los participantes con todos sus datos –título, rating, país, bandera, etc.– para colocarlos en las mesas de la sala de juego, en sus lugares correspondientes, las bases del torneo o cualesquiera otros elementos, que los preceptivos informes para la tramitación de los mismos ante las diversas federaciones).
Pues bien, de todo eso que desarrolló Juanjo, que lo hizo para su propio uso, funcionamiento y disfrute, y nunca accedió a darle el aspecto adecuado, ni para obtener ningún tipo de homologación ni al objeto de comercializarlo, se ha rescatado lo que podríamos llamar “su motor de emparejamientos”, tanto por ponerlo a disposición de todo aquel que desee probarlo y/o utilizarlo como, en última instancia, dar una pequeña muestra y dejar constancia de la grandeza de su autor.